Nelly Barbery en el Livingroom

Vamos hasta la cima...

Cada ser humano puede construir más allá de lo que cree imposible, solo tiene que decidirlo...

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jueves, 14 de enero de 2010

SENDERO LUMINOSO

Por: Nelly Barbery(*)

Acometí sola el futuro y construí una nueva vida. Una vida que quería ser vivida de una manera diferente, aprendiendo de los errores del pasado, de las repeticiones que tanto sufrimiento produjeron en mí y en los que me rodeaban. A partir de ese momento pude vislumbrar una pequeña milésima de la luz que he ido descubriendo en mi interior y que cada día se hace más y más luminosa. Es una historia sin fin porque desde aquí también empiezo a iluminar a otros que ahora alcanzan a ver esa lucecita interna que un día quiso dejar de ser vela para volverse fogón, incendio, magma, incandescencia, sol. Ojo, dicen que la cercanía al sol incinera, que la luz encandila y no deja ver nada, qué lejos de la verdad están esos dichos. La gran luminosidad no hace más que alumbrar la penumbra, las sombras y la oscuridad. Si de algo carecemos los seres humanos en esta época es de certezas, de luces, de bondad, de generosidad. Nos toca ser testigos de terribles actos humanos de ignominia, de destrucción aberrante de los propios seres que deberían ser queridos. Cada día más se acentúa en el ser humano la ausencia de sentido, el sinsentido más aterrador. Los hechos que son consecuencia de este sinsentido no vale la pena mencionarlos porque son producto del signo de la brutalidad y la violencia interna. La luz nos aleja de la ignominia y nos acerca a la vida.
Un día decidí vivir y decidí la manera en que quería hacerlo. A partir de ese momento todos los hechos que se fueron sucediendo incluyeron algunas dificultades, sin embargo y a pesar de la tristeza que a veces ocasionaron, siempre pude iluminarlos de luz e integrarlos en ese nuevo sentido de construir un nuevo mundo para todos. Desde ahí nada pareció difícil ni triste, simplemente un paso más hacia la superación del sufrimiento humano.
Cuando pienso en todo el camino andado y el punto de partida, una suave brisa me reconforta, estoy en la vía del sentido, en la historia de la evolución humana y nada me es ajeno. Puedo afirmar que nada detiene ya mi andar y la luz cada vez se proyecta a mayor distancia. Puedo decir que también puedes vivir la vida que elijas, ninguna historia es capaz de impedir el sentido cuando este se nos hace vida. Ya nada puede detener la llegada del amanecer.
Amanece cuando respiro, cuando siento mi piel, el clima, la respiración de alguien que está cerca, cuando puedo oír el aleteo de un colibrí o una sirena, cuando ante una gran sonrisa descubro la inocencia, cuando ante el brillo de una mirada vuelvo a reencontrar la luz interna.
Ha sido todo muy sutil desde que estoy viva, hasta el coletazo del pasado se ha convertido en una pequeña historia, tan pequeña que ha merecido la pena abandonarla. Y los caminos han sido diversos, a veces incomprensibles para mi tierno espíritu naciente, pero siempre con una luminosidad en aumento, han ido cobrando mucha fuerza y han otorgado el sentido de lo vivido íntegramente.
Tal vez no estaba acostumbrada a las vibraciones del espíritu y al principio no podía reconocerlas. Poco a poco fueron surgiendo pequeñitas, iluminadas, felices, hasta que me fui familiarizando con ellas y a veces ahora llegan a unas revoluciones muy elevadas. Son las revoluciones de la vida, son las vibraciones que guían por el sendero. Ahora solo hace falta invocar la luz y ella se hace presente. Ahora la luminosidad interna ya es casi un eterno amanecer.

(*)Nota por publicar en el libro "Ecos de la mirada" de Nelly Barbery